Imagina el cielo azul cortando el final del hoyo siete. La ligera brisa que pone a prueba tu temple.
Colocas el tee y la bola con mimo. El césped está como a ti te gusta. Miras de reojo la bandera que corona el hoyo. Eliges el palo adecuado.
Lo sostienes entre las manos como si fuera una extensión de tus propios brazos. Tensas todos los músculos, vuelves a mirar durante escasos segundos el hoyo. Respiras profundamente.
Y luego golpeas la bola con fuerza dejándola muy cerca del hoyo. Te sientes bien.
Te sientes libre. Quieres quedarte en tu paraíso eternamente.