El calor del sol, la brisa marinera y el vaivén de las olas te hacen sentir totalmente relajado.
De repente el barco se detiene, todos sacan sus cámaras de fotos, se acercan a los extremos de la embarcación y observan atentos el agua.
Los imitas y entonces los ves, primero como pequeñas manchas que aparecen y desaparecen, y luego como los imponentes animales que son.
Los cetáceos nadan serenos en el océano, sin rumbo y sin límites, y por un momento compartes con ellos una emoción insuperable:
la de sentirse libre en el mar.