Escondido entre matorrales, llevas un buen rato aguardando en silencio a que aparezca.
De pronto se posa justo a dos metros delante de ti: su plumaje es más colorido aún de lo que creías, y sus movimientos, una mezcla entre decididos y sutiles.
Irrumpe en el silencio del bosque con su canto, que te suena a música celestial.
Apuntas con tu cámara, convertida ya en una extensión de ti mismo, y aprietas el obturador a velocidad superrápida para captar cada instante…
El maravilloso mundo de las aves es tu mundo.